lunes, agosto 19, 2013

The Return

Ahorita el que remite, retoza cual cerdo entre el fango de las piaras de la abundancia. No me quejo. Mantengo mis opciones procurándome un plan B por si todo se viene abajo y, mas o menos, mi proyecto empieza a tener cara y ojos.

Me lo he currado ya que bajo este sol de justicia, decidí alejarme del chiringo que me pertocaba por estirpe. Monté mi propia franquicia de Castle Sand en las áridas playas de la Egara, en pleno centro neurálgico de la Wood Crew, donde todo tiene sentido y absolutamente todo es posible.

Hace pocos días, justo antes de la reconquista de la Costa Brava propiciada por 6 individuos de lomo duro y grueso corazón, clave mi rodilla derecha sobre el suelo y pedí matrimonio a mi Reina. No lo hice por miedo, ni por obligación...y para los neo hippies y  demás estratos acomodados sobre la piel de las subvenciones públicas i/o familiares ... ni rastro del peso de la sociedad del consumo susurrándome no se que mierda de la culminación de una familia católica apostólica y romana.


A pesar de las declaraciones off the record de los orcos corcovados de Mordor, siempre he sabido adaptarme a las vicisitudes del destino. Mi cuerpo, mi mente, mi alma y mis huesos, a diferencia de vosotros, siempre han sabido mutar en pro del viento de levante y me encantaría que pudierais observarme por un agujerito, y vierais lo que os habéis perdido.

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