lunes, julio 30, 2012

Sin Título


Cuando este viaje dio comienzo, sabia que solo disponía de un pasaje de ida pues la vuelta, era una quimera. Un anhelo, una utopia con cierta facilidad para mantenerse a flote pero, su destino pasaba claramente, por reunirse algún día con Poseidón.

Las pocas noticias que llegan son como mínimo confusas y, como máximo, poco alentadoras. Por suerte, mi armadura cuenta ya con cierta experiencia en estos menesteres y he aprendido a defenderme con una mas que notable solvencia ante los envistes de las mareas.

Las órdenes desde comandancia siempre han sido las mismas: mantenerse a flote hasta que se evapore el último aliento. También es cierto que, llegados a este punto sin retorno, pretendía presentar defensa con un ejercito numeroso. La buena suerte a veces es esquiva, el destino caprichoso y la realidad habitualmente, supera a la ficción y, el que remite, acude al campo de batalla las palabras de Carlomagno como escudero: "Que mis ejércitos sean las rocas y los árboles en la tierra, y los pájaros en el cielo".

Abraham Maslow dijo: "a veces, olvidamos lo que tenemos porque perdemos la perspectiva de la realidad malgastando esfuerzos en conseguir lo que ansiamos". Nunca había prestado la suficiente atención a esta afirmación porque sencillamente, no atesoraba nada. Ahora que tengo todo lo que deseo, me siento dichoso. No me da miedo enfrentarme a la furia desmesurada de Cancerbero porque se que mi alma, mi cuerpo y mi mente, gozan de una felicidad plena y, pase lo que pase, mi corazón seguirá latiendo borracho de amor.

En este mundo liquido, las aportaciones conjuntas son necesarias para llegar a buen puerto. Mi cincuenta por ciento ha sido mas que evidente y, en ese aspecto, tengo la conciencia bien tranquila. Dudo mucho que la otra parte, pueda gozar de idéntica serenidad espiritual y espero de todo corazón que los demonios, le arrebaten los sueños hasta el día de su óbito.

Todo guerrero ante sus horas mas sombrías, padece de una extrema clarividencia. Una sobredosis de intuición desmedida, que le permite escudriñar las angostas sendas del ingenio para tejer así, los cimientos de la épica.

Hoy, disfrutamos de una cálida mañana de verano y, si queréis derrotarme, tendréis que sangrar.


"Que resuenen los tambores desde de las entrañas de la tierra. Que los aullidos del acero dobleguen sus almas y mermen sus corazones. Que nuestro fuego derrita sus armaduras y sus corazas. Que nuestras ansias de libertad, apuñalen sus pretensiones de esclavitud."  Van Tien Dung

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