Su cerebro, piso a fondo el acelerador y poco pudo hacer su cráneo
para mantenerlo entre sus cabales.
Aquellas instantáneas rellenas de tonos cobrizos capaces de
encapsular la paz y la tranquilidad, se olvidaron para siempre en una de las
muchas estanterías de objetos perdidos.
No siempre esta de guardia el espíritu del Fénix y, tras la
quema, de entre sus cenizas solo resurgieron mas cenizas.
Pedir perdón....nunca ha sido un valor seguro y, en estos días,
se cotiza a la baja pero, es necesario para que las poquitas buenas personas
que quedan, no abandonen nuestras vidas para siempre.
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