Los noventa galopaban por las calles, la heroína empezaba a desbanecerse de entre la consciencia colectiva y yo, empezaba a realizarme como animal social.
Recuerdo que un amigo de entonces, me convenció para asistir a un concierto de no se que grupo, en no se que garito del Barrio Chino de Barcelona.
Nada mas llegar, la fachada del local ebocó en mi mente tres conceptos primarios: clandestinidad, ilegalidad y redada policial a media noche bajo la luz tenue de una luna a medio hacer.
Conseguimos entrar, no sin antes llevarnos con nosotros, una buena dosis doble de intimidación por parte del gorila de la puerta.
Las paredes del interior, eran de tocho vivo. El techo se caía a pedazos y en el suelo, se podían distiguir restos de vasos rotos, botellas de cerveza huerfanas de cariño, cigarros y alguna que otra mancha de lo que parecían ser regurgitaciones gastrointestinales de algún infeliz que tras emprender un viaje a ninguna parte, se le acabo complicando la noche.
El escenario, era diminuto. Acariciando lo ridículo y rozando lo inexistente. Una barra metálica sustraida con nocturnidad y alevosía de cualquier camping de mierda lleno de domingueros con chandal del Maresme, cumplía a duras penas la función de bar. Un ser humano tras unas inmensas gafas de sol y vestido a lo Fresh Prince (Príncipe de Bell-Air, para los profanos) hacia las funciones de barman.
El garito de fue llenando y, a los pocos minutos, aparecieron sobre el escenario cuatro chicas vestidas medio punk y medio grunge. Ya sabéis, el tipo de ropa que ningún padre en su sano juicio, dejaría poner a su hija si no es por encima de su cadáver.
Abrieron fuego con un mas que innecesario: ¡¡¡¡Buenas noches hijos de puta!!!! y, tras el calentamiento vocal a base de una exclusiva colección de gargajeos en do be-mol, las cuatro a coro entonaron: LA CALLE ES NUESTRA. NOS QUEDAMOS AQUI. NO TENEMOS PATRIA, NO QUEREMOS PAIS. NOS CAGAMOS "pum pum pum" EN TI!!!!.
Tras esa primera muestra de dominio del nutrido vocabulario de la lengua y el posterior retorcimiento de Gongora y Quevedo en el interior de sus tumbas, el que remite experimentó una magnifica ereccion.
Ahí estaba yo, empalmado, boquiabierto. Mi cigarro se suicidaba lentamente entre mis dedos mientras, aquellas cuatro energumenas psicópatas, carne de corredor de la muerte de cualquier prisión de máxima de seguridad del sur de Texas, emprendían su peculiar batalla contra afinación musical.....me pareció, sencillamente erótico. Destrozarlo todo bajo el pretexto de "porque si", quemar el mundo y sentarse a observar como arde. Esa noche, el concepto de Girl Power que sirvió como slogan para las manifestaciones feministas de los 70 en San Francisco, tomo forma y se personifico ante mi.
jueves, noviembre 27, 2008
La punky que me puso cachondo
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