miércoles, noviembre 26, 2008

Das Kapital.

Das Kapital, obra culmine de Karl Marx. Formada por 8 volúmenes, nutrida por mas de 5.000 paginas capaces de condensar un nuevo punto de vista tan magnifico como utópico y, por definición, imposible.
Os seré sinceros, nunca he podido pasar del primer tomo y, aun me sincerare mas, no conozco a nadie que haya conseguido tal hazaña ni creo que lo conozca jamas.

Pero, cuando uno coge el primer tomo y lo sospesa. Cuando uno hace pasar rápidamente las hojas despeinándose el flequillo es consciente que, entre esas paginas, se esconde la verdad...para el desconsuelo de Marx, la verdad suele estar en desacuerdo constante con la realidad y, mas concretamente, en contra de los avatares de la raza humana.

El hombre de frondosa barba, el hombre que abdico de la vida burguesa y bajó a los infiernos. El hombre que tejió un sistema capaz de tratar a todos por igual, un sistema capaz de no parecer un sistema fue apartado por aquellos a los que pretendía salvar.

Su memoria, alargada como su sombra, permanece en las librerías añejas. En las camisetas de algunos chicos del extraradio que empiezan a intuir que están en fuera de juego y, por desgracia, su memoria reposa sobre las banderas de varias repúblicas bananeras que, bajo el palio de su nombre, matan indiscriminadamente a golpe de machete.

Reduciendo su fracaso al absurdo de nuestros días, creo que no seria decabellado afirmar que: fracasó, porque todos queremos tener una tele de plasma de 52" en el comedor. Ya sean progres con gafitas de pasta, socialistas de izquierdas con tejanos y camisas de leñador, centristas de derechas con náuticos, polos rosas y el pullover atado al cuello o hippies macrobióticos enfundados en pantalones ecológicos de cáñamo...todos, absolutamente todos anhelan ese televisor descomunal presidiendo la pared del salón.

En el fondo, todos somos aquel escorpión fabulero, que atacó por la retaguardia a la simpática tortuguita mientras cruzaba el río sobre el caparazon del reptil alegando y, constando en acta como atenuante, "está en mi naturaleza".


Karl Marx en su faceta de Lego Idol

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