Era de noche, una noche fría, caminaba solo hacia un destino incierto y, aunque no quería llegar al final de mi camino, algo dentro de mi me animaba a dar un paso mas.
Supongo, que todos tenemos un precio y, siempre aparece alguien dispuesto a pagarlo. Es en ese momento, en ese preciso instante cuando se detienen los relojes, se enfrían los músculos y, las personas integras, toman las decisiones correctas. Supongo, que fueron mis latidos golpeando en mis oídos, o la espesa niebla que invadió mis retinas lo que me hizo tomar el otro camino, obligandome a desoír las enseñandas adquiridas y a todos los que las representan. Supongo que, con el diablo como escudero, me senti comodo paseando tras las lineas enemigas después del toque de queda
domingo, octubre 21, 2007
PENSAMIENTO 1.0
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