miércoles, agosto 08, 2012

Pensamiento 9.0


Harto de esa inquisición ciega, sorda y tartamuda que se apoderó del timón de vida. Cansado de las avalanchas de mercaderes de humo que se asentaron sobre las faldas de las murallas que rodeaban mi corazón. Cegado por la niebla y ahogado por el humo que creció retorciéndose entre el tuétano de mi espina dorsal. Extenuado por ese tacto frío casi mortecino que, durante años, galopó desbocado sobre mi piel. Derrotado por esas palabras huecas y esas miradas retorcidas que traían nuevas de continuidad. Fatigado por esas interminables mareas de medias tintas y verdades a medias que me empujaban hacia el filo de la muerte. Vencido, por la alquimia de la derrota, sus tentáculos afilados y sus cajas con sorpresa.

Decidí dar voz a la esperanza, decidí dar armas a la suerte y el firmamento, respondió susurrándome el camino hacía el hechizo perpetuo. La locura se apodero de mi cuerpo y la anarquía, conquisto mi mente derribando toda métrica conocida. Con la noche y su libertinaje congénito como escuderos, flirtee con el riesgo hasta domar su nervio. Me enfrente a mis miedos, a mi muerte y, sin dejar espacio a la indiferencia, olvide el camino de vuelta dando una nueva vida a mis pupilas que, irremediablemente vieron al fin, por quien yo moriría. 

No hay comentarios: