sábado, septiembre 17, 2011

XXX

Falta tan solo, un puñado de horas para que estos 365 días lleguen a su final. No han sido los primeros y, espero de todo corazón, que no sean los últimos.


Ha sido un año especial. Relleno de cambios de esos que tras de si, dejan tantas cicatrices como risas. 365 días tan densos que ni queriendo, hubiera sido capaz de acojerme a la indiferencia, señor Juez. 12 meses envueltos en una clara dualidad en los que baje al mas profundo de los infiernos en busca de una autodestrucción de alquiler y, al poco, un ángel de ojos verdes tan bellos que hubiera sonrojado a la mismísima corte celestial, me rescato para devolverme de nuevo a la vida.

A través de lo largo y lo ancho de estos 365 días, he aprendido que es necesario que alguien creyera en mi para que yo pudiera recuperar la fe en mi mismo... en definitiva, he aprendido que, para amarme, debo ser amado. Y al fin he entendido que las cosas, no son tan complicadas que en el fondo, son muy sencillitas.

Echo de menos a todos aquellos que se fueron porque el buen Dios lo creyó oportuno. Recordad que os guardo tras cada bum bum de mi corazón.

A todos aquellos que deberían estar pero que, sencillamente, no están ... tan solo recordaros que el destino os guarda un pisito con vistas en los infiernos.

Me alegra que mi madre haya esquivado la novena envestida de la muerte. En este caso, empleare una frase de la Mala: "mi madre me enseño hasta donde pudo luego, me dejo sus escudo" y ahí sigo un año mas viejo. En el mismísimo centro del campo de batalla buscando algo que, desde hace poquito tiempo, parece estar un poco mas cerca....la felicidad.

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