La muerte, planea sobre todas y cada una de nuestras cabezas. Pero, cuando las afiladas garras de las gárgolas, se posan sobre los torreones de alguien que conquisto mi corazón, la muerte alcanza, inexorablemente, unas dimensiones tan reales que el aire, se torna tan denso y afilado que cuesta respirar.
Lo cierto es que siempre supe que pasaría. Siempre fui consciente del desenlace de esta historia. Conocía el que, conocía el quien e, incluso, llegue a conocer el como pero nunca conocí el cuando y, al fin, hoy puedo poner fecha a mi cobardía.
Fue culpa mía, fue culpa mía por no hacer lo que debía. Fue culpa mía por no decirle que la quería, fue culpa mía por no decirle que la necesitaba, fue culpa mía por no apuñalar al miedo. Y lo cierto, es que nunca me atreví a cruzar el umbral de la séptima puerta de Tebas...
Se feliz mi Reina. Que tus sonrisas, iluminen el corazón de las estrellas hasta la eternidad.
Reproductor: Rhapsody - The Last WInged Unicorn.
domingo, mayo 16, 2010
Muerte
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario