miércoles, diciembre 30, 2009

La batalla

Bien. Ya esta. Ya esta todo preparado. El tablero esta dispuesto y, sobre su coraza, las piezas ocupan su posición en fila de a dos.

Durante 8 días he estado arrojando paletadas de carnaza por la borda hasta vaciar los 6 barriles que adquirí en Puerto Esperanza. Y, tras 8 días de incansable trabajo, he conseguido teñir de rojo el mar. Cada vez que respiro, el hedor metálico que desprende la sangre me produce unas profundas arcadas pero, es necesario atraer su atención y, los pedazos de carne putrefactos al borde de la descomposición, son el mejor de los reclamos.

A estas alturas, ya es conocedor de mi existencia y, estoy prácticamente seguro que percibe mi rabia, mi dolor y mi odio. Le desconcierta que, alguien como yo, se preste voluntario a la partida que, alguien como yo acepte sin titubear, la invitación al duelo.
Hace un par de días que mi velaje no es acariciado por la brisa, las gaviotas no baten sus alas y el mar, reposa en calma. La calma que precede a la tormenta, la calma necesaria para que los comandantes instruyan a la tropa y los generales establezcan las formaciones de combate. La obligada calma para buscar la intensidad en nuestro interior, la misma intensidad que marcará la diferencia entre ganar o perder...., entre vivir o morir.

 
Reproductor: Sisters Of  Mercy - Lucretia, My Reflection

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