El fin de la revolución...

Cuando sus posaderas aterrizan sobre la taza Roca modelo Victoria color hueso de los servicos de la oficina, tontea con la idea de masturbarse dejando volar sus pensamientos mas libidinosos, sobre la dulce existencia de la nueva becaria del departamento.

Patricia, 25 añicos repletos de turgencia, curvas, desparpajo, contoneo, belleza y una piel satinada, capaz de resucitar a un par de muertos. Cierra los ojos y, suavemente, deja caer la cabeza hacia atrás hasta tocar la pared forrada por una legión de azulejos insípidos propios de un motel barato.

Empieza a rebuscar en el interior de sus pantalones de pinzas color gris "enterrador" mientras imagina que disfruta, junto a Patricia, en uno de los locales mas exclusivos de la ciudad convirtiendo, un instante cualquiera, en una velada romántica preludio de una noche repleta de pasión desenfrenada.

Patricia, con un par de copas de mas, le susurra cositas picantonas al oído mientras el se enorgullece de ser uno de esos maduros altamente cotizados. De vida intensa, arriesgada y sazonada con miles de anécdotas que, no duda en repetir de forma brillante y locuaz, con el fin de escudar sus teorías transgresoras y libertinas.

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La realidad, sin aviso previo, no tarda en personarse y, con un durisimo gancho de izquierdas, le noquea dejándole al borde del K.O justo después de sonar la campana devolviéndole, irremediablemente, a las sobremesas grises de sábado junto a su esposa, en las que no duda en ensalzar su anodina rutina diaria, con el fin de hacer mas llevadera su lastimosa existencia.

Se enfada, maldice su suerte e, impulsivamente, introduce uno de sus alargados y huesudos dedos hasta lo mas profundo de su fosa nasal derecha. Aprovechando sus malgastadas y mordisqueadas uñas, consigue arrancar un pedazo de si mismo y, herraticamente, lo pega en el marco de la puerta.

Se sube los pantalones y, metodicamente, se abrocha el cinturón que le regaló contra su voluntad su suegra en la pasada noche buena, tira de la cadena y sale del servicio....

He aquí el final de la revolución.