Son las 6:45 de una madrugada de mierda. He dormido mal y me he despertado peor. La ducha, no ha servido para mucho y el afeitado, unicamente ha borrado parcialmente las secuelas de un fin de semana frenetico. Mi coche, esta en el taller y, hoy lunes, me toca coger el tren.
Entro en la estacion, y ocupo el ultimo lugar de una cola de cinco individuos para comprar el puto billete.
Si no tuviera panico a las consecuencias legales y penales de mis actos, no hubiera dudado un segundo en degollar a la estupida vieja que, con nocturnidad, alevosia y mucha gilipollez, estimo oportuno pedir al taquillero los formularios para la concesion de la Tarjeta Dorada y asi, poder beneficiarse de los suculentos descuentos para juvilados y pensionistas. De repente y sin aviso, vinieron a mi cabeza las palabras rellenas de sabiduria del Dr. House:
- Si buscas amor y lealtad, comprate un perro.
- Si por el contrario ansias arte, confia en los hombres.
- Pero si realmente buscas un trabajo bien hecho, confia en las maquinas.
Si dudar, abandono el rebaño, deserto de la cola, y compro un billete en las maquinas expendedoras. Palabra de House.
Comparto anden, cara de mala hostia matutina y princio de hipotermia con otras sesenta almas. Según la voz metalica y altamente repelente de la megafonia, el tren deberia haber llegado hace diez minutos....lo que me lleva a una conclusion inequivoca: Retraso. Y me invita a reflexionar: ¿Tan complicado resulta desplazar de forma eficiciente y puntal una caja metalica a traves del espacio - tiempo?. Hemos conseguido desarrollar sandias mutantes alvinas sin pepitas, pero el tren sigue llegando tarde, coño!.
De repente, un bocinazo nos arranca de nuestro letargo y, a lo lejos, se divisa del tren.
Se detiene y, mi posicion geografia, no coincide con ninguna de las 25 puertas del comboy. Que le voy a hacer, no soy uno de esos profetas ferroviarios que, a base de estudios, calculos trigonometricos pitagoricos y muy poquito trabajo, consiguen descifrar la relacion existente entre su ubicacion en el anden y la jodida puerta.
Me toca correr, esquivo a un par de cuarentonas con un evidente deficicit emocional cronico que, a base de chutes de Prozac, intentan controlar sin ningun exito. La persecucion hace que mis glándulas suprarrenales, segreguen una dosis extra de adrenalina y, con una finta con denominacion de origen Fabelas do Rio de Janeiro, rompo la cintura a un gilipollas con una bici plegable colgada del hombro y barba de chivo. Consigo entrar y hacerme con un sitio mas que decente.
Comparto espacio con un chico latino parcialmente dormido, engominado hasta las pestañas y que cabecea al compas de los frenazos del tren. Una joven universitaria cuya unica intencion, es camuflar su generoso escote de las miradas furtivas que la rodean desde posiciones elevadas y, a mi derecha, un viejo-joven. Con mas canas que pelo de serie, gafas de pasta, chaqueta de pana, barba de dos dias, un Ipod en la mano y unas Converse All Stars azules en los pies. Por dios!!!!...que daño hizo la Mtv.
En fin, decir que estoy sentado, seria un acto de behemencia y bondad, que los diseñadores de interiorismo de Renfe, no merecen. Con lo cual, corrijo...., estoy encajado, aprisionado, mis rodillas, cohabitan en 35 centimetros con las de la universitaria buenorra lo cual, no me disgusta porque tiene una piernas preciosas, pero me jode no poder moverme mientras pierdo la sensivilidad de mis extremedidades inferiores.
lunes, enero 19, 2009
EL JODIDO TREN - 1era Parte.
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