miércoles, enero 24, 2007

CUESTION DE FE

Como aquellos hechiceros del pasado que lanzaban varios huesos sobre el suelo y, dependiendo de su posición y disposición al caer, eran capaces de predecir hechos futuros.

Justamente eso: Predicción, predecir un hecho futuro basándonos en unas premisas. Acción que, únicamente, revela nuestro deseo de control sobre algo potencialmente incontrolable.

El punto y final de la paradoja lo alcanzamos cuando los propios encargados de hacer predicciones hablan justamente de eso: predicciones y no hechos o situaciones concretas.

Es curioso, nuestras ansias de control dejan entrever nuestro poco, escaso o ningún control sobre una situación.

Varios son los ejemplos de seres humanos que se han deslizado por nuestro mundo bajo el palio de la auto proclamación narcisista y egocéntrica de expertos en predicciones., los hemos visto al principio de este post: santeros, gurus, videntes y la ultima incorporación a este selecto grupo de vendedores de humo: los meteorólogos.

Son los videntes socialmente integrados y políticamente correctos pero, lo cierto, es que cuentan con las mismas herramientas que la bruja que cohabita con los bancos de Plaza Catalunya.

A unos, ataviados con traje y corbata, nos los creemos sin excepción y a la pobre anciana infeliz le pedimos explicaciones.

Ambos siguen líneas de predicción paralelas, la vidente observa tus manos, tus ojos, las cartas del tarot, el poso del café o las runas para conseguir deslumbrar tu futuro. Otro, se pasa todo el día en la redacción observando mapas, cartas, medidas, pluviómetros, barómetros con el único fin de “adivinar” el comportamiento de una borrasca situada a 2000 kilómetros de distancia y a unos 12.000 metros de altura.

Por muy calibrados que estén sus sensores, o por muy afilada que tenga su intuición, ninguno de los dos puede condensar en una predicción un abanico tan inmensamente grande de posibilidades.

Supongo que, como todo lo que no podemos ver o tocar, es cuestión de fe ciega.

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